lunes, 9 de noviembre de 2009

“La armada invencible” fue vencida



Aunque en varias ocasiones la historia es despreciada por el ser humano, ella es fuente de sabiduría y conocimiento. Es una herramienta esencial para el entendimiento del presente. La sumatoria de todas las experiencias de los hombres que habitaron la tierra antes que nosotros, siempre es un arma indispensable.

Cuando se analiza el pasado, es notorio como la historia tiende a repetirse. En el año 1585, comenzó una guerra entre países muy poderosos. El primero, España, un reino poseedor de grandes cantidades de oro, extraídas del Alto Perú, y con gran supremacía en la fuerza militar marítima. Más al norte, y también con importante fuerza militar, se encontraba Inglaterra, al mando de Isabel I.

En 1588 el rey de España, Felipe II, creó una gran flota marítima con más de 127 barcos, más conocida como “La armada invencible” para la invasión de Inglaterra. Poco antes del comienzo de la travesía, el marqués de Santa Cruz, quien la había diseñado y debía dirigirla, muere y Felipe II designa al duque de Medina-Sidonia como su comandante.


Una de los sucesos más interesantes que tuvo este enfrentamiento, fue cuando alcanzaron el golfo de Vizcaya, las fuertes tormentas y el estado de la mar provocaron que una parte de la flota (40 barcos) se hubiera perdido y separado del resto.
En el canal no son raras las tormentas y allí se dan unos de los vientos más traicioneros y cambiantes del mundo, con lo que los aparejos no eran los más adecuados para las aguas en la que se adentraba la flota española.

Del libro de Modesto Lafuente "Historia General de España" (tomo XIV, página 247) se extrae una frase de Felipe II: “Yo envié a mis naves a luchar contra los hombres, no contra las tempestades”. El desastre de la Grande y Felicísima Armada ha de ser considerado, desde un punto de vista objetivo, un gran fracaso español y no una gran victoria militar inglesa.

La historia se repite

Es cómico releer como es que Inglaterra, uno de los países hegemónicos del mundo, hizo para expandir su poderío marítimo en la antigüedad. La reina Isabel I apoyó y favoreció a los piratas que saqueaban los buques españoles de Felipe II, compartiendo las ganancias.

La reina nombró a Francis Drake, uno de los piratas más conocidos, como caballero, y en lugar de pirata se lo denominaba “corsario”. Los ingleses lo consideraban héroe nacional y los españoles, un ladrón al servicio de la corona. Una sutil diferenciación: Un “pirata” se transforma en “corsario” con la simple operación de obtener una autorización legal. La historia es figurita repetida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts with Thumbnails