Mientras los
124 mil soldados estadounidenses en Irak abandonan tímidamente el territorio, los republicanos aumentan su presión contra Obama, para que envíe más tropas a Afganistán.
El senador John McCain, derrotado en las elecciones de noviembre del año pasado, le pidió al Presidente que haga caso de los
reclamos del general Stanley McChrystal, quien, encargado de comandar las acciones contra los talibanes, pidió un arsenal de 30.000 a 40.000 efectivos más al país invadido.
De esta forma, la cantidad de soldados invasores en Afganistán pasará de 60 mil a 90 mil, antes de fin de año.
Los reclamos se dan cuando el fervor antiyanqui en Kabul aumenta. En las elecciones presidenciales afganas del 20 de agosto, se sospecha que
hubo fraude con el consentimiento de EEUU, para que siga en el poder Hamid Karzai, bendecido por la Casa Blanca.
Según algunos medios estadounidenses, el ministro de Relaciones Exteriores de Afganistán le informó a Hillary Clinton que la estrategia de Obama para Afganistán está destruida. Los comicios han llevado a un primer plano la inquietud por la corrupción y la legitimidad del gobierno de Kabul.
El jueves pasado, una bomba casera explotó cerca de la embajada de India en Kabul, dejando dos muertos.
Entretanto, Obama se mantiene tranquilo. A pesar de que la encuestadora Gallup asegurara que un 48 por ciento de los estadounidenses es partidario de reforzar el contingente de 68.000 soldados destacados en Afganistán, en
la Casa Blanca aseguraron que todavía no hay planes de enviarlas, sino que se seguirá con el retiro de tropas de Irak. La invasión a Irak, tramada por el vicepresidente George Bush en 2003, no sólo causó la muerte de 4 mil soldados yanquis, y miles de otras nacionalidades que apoyaron la movida.
Basada en la
mentira de que en ese país se encontraban armas de destrucción masiva a manos de Saddam Husein, y en contra de la mayoría de los países del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, la Guerra de Irak, hizo que Estados Unidos y en especial su ex presidente se ganara el odio de la mayor parte del mundo.
Con respecto a Al Qaeda,
Washington no descarta la posibilidad de combatir al grupo en Pakistán, una idea apoyado por el vicepresidente Joe Biden.
Sin embargo la presión sigue, y a ocho años de la colonización a la tierra de Osama Bin Laden, tras los atentados al World Trade Center, el 11 de septiembre de 2001, los resultados para EEUU no son nada alentadores.
Algunos lo proponen para el Premio Nobel de la Paz, sólo resta ver si está siquiera a la altura de propiciar la paz y no la guerra, para hacer política.
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