Cualquier lector desprevenido podría leer las últimas noticias del negocio armamentístico internacional y ver a Chávez y Putín sonrientes al cerrar un negocio de compras, o a Lula y a Sarkozy, y este lector podría pensar: "La pucha, se armó la gorda". El miedo aumenta al leer las últimas declaraciones del presidente bolivariano de Venezuela, sobre los
vientos de guerra.
No es mentira que en los últimos cinco años, el continente sudamericano ha aumentado sus compras de armas, en una suerte de renovación de equipos. Según el Instituto de Investigación para la Paz Internacional de Estocolmo (SIPRI), el gasto militar fue de US$ 34.000 millones el año pasado, lo que representa un
aumento del 50% de los recursos destinados a armas por los países de la región.
Brasil:
36 aviones caza, cinco submarinos (uno con potencia nuclear), 50 helicópteros de transporte franceses EC-725, que serán provistos entre 2010 y 2016 por un consorcio formado por la brasileña Helibras y por la europea Eurocopter.
Venezuela:
tanques T71 y sistemas antiaéreos S-300.
Por su parte, hubo un cruce de palabras entre algunos funcionarios de
Paraguay y Bolivia después de que Evo Morales anunciara una inversión de 100 millones de dólares en aviones y armamentos. El canciller paraguayo, Héctor Lacognata en respuesta declaró que "llama la atención que se quiera gastar dinero en armas y no en asistencia social para los sectores más desprotegidos de la sociedad", y aseguró que su gobierno también piensa invertir en protección.
Algunas consideraciones:Lejos de aumentar el peligro de guerra entre países hermanos cada vez más unidos (a excepción de algunos roces entre Colombia y sus vecinos, las últimas reuniones como la OEA y la UNASUR y esperanzadores proyectos como el ALBA y el Banco del Sur), las nuevas adquisiciones son una muestra de lo mucho que preocupa al continente la protección de sus recursos naturales. Brasil y Venezuela en especial tienen sus yacimientos petroleros en auge, Bolivia, el gas. En el caso de Chile están las reservas mineras y en todos los países cordilleranos, las reservas de agua mineral. No es extraño, después de la deprimente y certera manifestación del poder imperial con la invasión a Irak en busca de los pozos petroleros (alegando, claro, que tenían armas de destrucción masivas), que Latinoamérica defienda sus recursos como diciendo: "Vengan cuando quieran que los estaremos esperando; no les tenemos miedo" y es esperanzador que así sea, después de 500 años de colonialismo y saqueamiento descarado.
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